jueves, 26 de junio de 2008

Avances del 26 de Junio

En el día de la fecha los integrantes de malbadiscos producciones trabajaron en sus comisiones durante los dos bloques.


Composición: Se reunió con zarabairas para seguir con la composición en base al guión y ensayar.

Sonido: Investigaron sobre los diferentes precios de los materiales para llegar a un presupuesto y se contactaron con una empresa para averiguar precios de alquileres de equipo.

Escenografía: En base a la lista de los materiales necesarios, calcularon cantidades y fueron a la librería Forum para averiguar precios.

Vídeo: Comenzaron a buscar imágenes en base a un guión a concretar.

Iluminación: Terminaron el guión y se contactaron con Pablo Linietzky, egresado de la escuela, para que los ayude con las técnicas de iluminación.También se contactaron con una empresa para poder hablar con algún técnico en iluminación sobre las características de la consola que hay en la escuela: AX-805.


atte. Malbadiscos producciones

Avances del 19 de junio




En el día de la fecha los integrantes de malbadiscos producciones se reunieron con el grupo Zarabairas, quienes interpretarán la obra el día del evento, para explicarles de qué se trata el proyecto y comenzar a ensayar.


Iluminación se encargó de su guión y escenografía realizó un inventario de los materiales que había en la escuela e hizo una lista con los materiales que se necesitan.


Sonido realizó su propia lista.

jueves, 12 de junio de 2008

Avances del 12 de Junio

En el día de hoy las comisiones trabajaron por separado durante los dos bloques:



Escenografía: realizó mediciones en el auditorio de Río para saber con cuánto espacio se cuenta y en base a eso se ocupó del diseño del espacio.



Iluminación: consultó a Marcelo Fridman y concretó una nueva cita para el 13 de Junio, en la cual les dará más detalles sobre el funcionamiento de la consola AX-805.



Composición: compuso parte de un nuevo acto y trancribió lo que ya estaba terminado. También investigó sonidos con el sintetizador modular.

atte. Malbadiscos Producciones

jueves, 5 de junio de 2008

Gantt

Acá les dejamos el diagrama con las tareas y tiempos


link.Gantt

besos
Durante en trascurso del primer bloque los integrantes de malbadiscos producciones estuvimos discutiendo sobre como tratar distintos aspectos de iluminacion y vídeo dentro de la puesta en escena de la obra. Llegando a un acuerdo nos dividimos en las comisiones para avanzar en el proyecto. En estas comisiones cada uno empieza a desarrollar la tarea asignada:

  • Javier, Martín y Matias: estuvieron en el estudio componiendo en base al guión de la obra, Javier en guitarra, Martín en piano y Matias en bajo.
  • Ilai y Zaira: Hablaron con Marcos, quien le comento sobre la posibilidad de utilizar una consola de iluminación de la escuela, la cual tiene la posibilidad de conectarse digitalmente a una computadora y así ser controlada desde allí. Para aprender más sobre esta consola se comunicaron con Marcelo Fridman, para pedirle ayuda con el manejo de la consola. El les planteo la posibilidad de juntarse la semana que viene para empezar a conocer sobre el manejo de la misma. Luego de hablar con Marcelo, estuvieron buscando información sobre diferentes parámetros de la consola, y vocabulario especifico que posee el manual. De esta manera, les va a resultar mas fácil la charla con Marcelo.
Previamente estuvieron buscando información acerca de técnicas de iluminación en Internet. Marcos les comentó acerca de una iluminadora (Eli Sirlin) con la cual un ex alumno tuvo contacto el año pasado, y lo pudo ayudar con todo lo que era el tema de iluminación en su proyecto final. El día 02/06 llamaron a la oficina de Eli Sirlin, pero ella estaba de viaje, por lo que les pasaron su casilla de mail personal, y automáticamente le mandaron un mail para tratar de concretar una entrevista luego de que vuelva.
  • Yesica y Veronica: estuvieron observando los avances de las diferentes comisiones para así, actualizar el blog.

martes, 3 de junio de 2008

Esquema


Música:

1. Composición y grabación(en estudio):

  • Elaboración de un guión
  • Búsqueda, investigación y experimentación con sonidos para conseguir lo que el guión requiere
  • Grabación de los sonidos
  • Edición de los sonidos
  • Búsqueda de voz en off adecuada y ensayo
  • Grabación y edición de voz en off
  • Composición de música muy descriptiva y expresiva

2. Ejecución:

  • Ensayo con todos los músicos
  • Ejecución en vivo de la obra

3. Sonido en vivo y grabación(vivo):

  • Manejo de consola
  • Grabación
4. Post producción:
  • Edición de la grabación
  • Edición del video
  • Producción de un dvd

Video:

  • Búsqueda de imágenes
  • Edición
  • Investigación técnicas para filmar
  • Filmación del show en vivo
Iluminación:
  • Investigación
  • Experimentación con telas
  • Elaboración de un guión
  • Ensayo

Difusión y gráfica:

  • Investigación
  • Elaboración del boceto
  • Difusión gráfica en internet y la escuela: folletos, volantes, página internet
  • Entrega de folletos el día del show

Escenografía y vestuario:

  • Diseño de escenografía
  • Elaboración de escenografía(compras y manualidades)
  • Elección del vestuario
  • Armado para el show

Otros:

  • Elección del actor y de los músicos
  • Ensayos con los intérpretes
  • Ensayo general
Malbadiscos

domingo, 1 de junio de 2008

Avances hasta 29 de mayo de 2008

Avances:

Integrantes: Javier Rabinovich, Matias Itlman, Zaira Ianani, Martin Junger, Verónica Pashquez y Yésica Wejcman.

1. Nos dividimos en comisiones para poder trabajar específicamente en cada parte del proyecto:

  • Video: Javier(Javo), Matias(Mata)
  • Iluminación: Zaira(Zai), Martin(Marto) e Ilai(Ilo)
  • Composición: Martin, Matias y Javier
  • Grabación: Martin, Matias y Javier
  • Escenografía: Yésica(Yesi), Zaira, Verónica(Vero) e Ilai
  • Diseño gráfica: Zaira
  • Post Producción: Matias, Javier y Martin
  • Sonido en vivo: Martin
  • Coordinación general: Verónica y Yésica

2. Dividimos la obra en una obertura y 8 actos:

  • Obertura musical
  • Acto 1: Presentación del personaje
  • Acto 2: El ojo
  • Acto 3: Intentos y descripción
  • Acto 4: Asesinato
  • Acto 5: Entierro
  • Acto 6: Policias
  • Acto 7: Aturdimiento
  • Acto 8: Confesión
  • Cierre musical

3. Realizamos un guión sencillo que describe a grandes rasgos cada acto marcando algunos elementos del guión técnico, que terminaremos próximamente.

4. La comisión de composición ya empezó a trabajar y la obertura musical está casi lista.

5. Hoy, luego de terminar el "guión sencillo", nos dividimos en las comisiones para poder empezar a armar la parte del guión técnico que le corresponde a cada una. Armamos/armaremos una idea de toda la obra y la próxima semana se la presentaremos a las demás comisiones, para decidir en conjunto como quedará el guión final.

saludos

Malbadsicos producciones

El cuento


El corazón delator

[Cuento. Texto completo. Traducción de Julio Cortázar]
Edgar Allan Poe


¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.
Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.
Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.
Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.
Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:
-¿Quién está ahí?
Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.
Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.
Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.
Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.
Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.
¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.
Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.
Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.
Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja!
Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?
Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.
Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.
Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.
Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!
-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!

FIN

Biografía de nuestro autor

La vida de este escritor estadounidense es casi tan estremecedora como muchos de sus relatos. Siempre deseó ser poeta, era su máximo anhelo, pero las necesidades económicas lo condujeron a la prosa. Aunque no podemos decir que fuese el creador de los relatos de miedo fue un maestro en su arte y fue quien inició la novela policiaca; su relato 'El escarabajo de oro' (1843), que trata de la búsqueda de un tesoro enterrado, es buena prueba de ello. Su corta vida estuvo siempre marcada por la depresión, su tendencia a la melancolía y su afición al alcohol y a las drogas que acabaron por destruirle.

Nació en Boston el 19 de enero de 1809. Sus padres, actores de teatro itinerantes, murieron siendo él niño, y fue criado por John Allan, un hombre de negocios rico de Richmond (Virginia), que probablemente fue su padrino. A los seis años viajó con la familia Allan a Inglaterra donde ingresó en un internado privado. Después de regresar a Estados Unidos en 1820 siguió estudiando en centros privados y asistió a la universidad de Virginia durante un año, pero en 1827 su padre adoptivo, disgustado por la afición del joven a la bebida y al juego, se negó a pagar sus deudas y le obligó a trabajar como empleado.
Contrariando la voluntad de Allan, Poe abandonó su nuevo trabajo, que detestaba, y viajó a Boston donde publicó anónimamente su primer libro, Tamerlán y otros poemas (1827). Poco después se alistó en el ejército, en el que permaneció dos años. En 1829 apareció su segundo libro de poemas, Al Aaraf, y se reconcilió con Allan, que le consiguió un cargo en la Academia militar, pero a los pocos meses fue despedido por negligencia en el deber; su padre adoptivo le repudió para siempre.

Al año siguiente de publicar su tercer libro, Poemas (1831), se trasladó a Baltimore, donde vivió con su tía y una sobrina de 11 años, Virginia Clemm. En 1832, su cuento 'Manuscrito encontrado en una botella' ganó un concurso patrocinado por el Baltimore Saturday Visitor. De 1835 a 1837 fue redactor de Southern Baltimore Messenger. En 1836 se casó con su joven sobrina y durante la década siguiente, gran parte de la cual fue desgraciada a causa de la larga enfermedad de Virginia, Poe trabajó como redactor para varias revistas en Filadelfia y Nueva York. En 1847 falleció su mujer y él mismo cayó enfermo; su desastrosa adicción al alcohol y las drogas, contribuyeron a su temprana muerte en Baltimore, el 7 de octubre de 1849.
El 3 de octubre se celebraba en la ciudad unos comicios. Poe como un vagabundo más, se acercó a esta población para recibir el dinero que la chusma de borrachines recibían a cuenta de ciertos partidos por depositar un voto a su favor. El dinero que posiblemente necesitase el autor para emborracharse no lo llegó a cobrar nunca. Fue hallado semiconsciente tirado en la calle. Llevaba puestas ropas harapientas que ni siquiera eran suyas. Fue ingresado en el hospital y cuatro días más tarde falleció en medio de terribles delirios e incesantes imágenes de terror que acosaban su mente agotada.
El tío de Poe declaró a su muerte: "Había conocido tanto dolor y tenía tan pocos motivos para sentirse satisfecho con la vida que este cambio apenas puede considerarse una desgracia" Edgar Allan Poe vivió una vida tortuosa marcada por el dolor, dolor que nacía de su alma melancólica y depresiva y que intentó calmar mediante las drogas y el alcohol. Por su puesto no solo no lo consiguió, sino que logró perderse para siempre en algún paraje escalofriante de los nacidos de su mente. Murió con tan solo 40 años y nos dejó páginas y páginas de horror, impregnadas en su sudor alcohólico y su sangre envenenada.

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